QUE SE VAYAN Y NO REGRESEN
En la Plaza de Toros Jorge “El Ranchero” Aguilar se cortó este sábado el listón inaugural de la Feria Taurina de Tlaxcala 2025, con una novillada sin picadores donde hubo un poco más de un tercio de entrada para presenciar el mano a mano entre dos jóvenes tlaxcaltecas que comienzan a escribir su historia: Juan Pablo Ibarra y Marco Peláez. Ambos regresaron de sus temporadas en España, y su actuación de este sábado fue una muestra clara de que el camino que han emprendido allá no es una aventura pasajera, sino una formación seria y necesaria para su crecimiento como toreros. Por eso, el mensaje que dejó la tarde fue claro: que se vayan y no regresen, al menos por ahora. Porque su futuro, su madurez y su consolidación están en seguir aprendiendo, puliendo técnica y acumulando experiencia en las plazas donde se forja el oficio con rigor y constancia. En el ruedo, los dos novilleros mostraron lo que traen dentro. Ibarra, con temple y claridad de ideas, entendió a su segundo novillo y le cortó dos orejas tras una faena medida, bien estructurada y sin alardes. Antes había escuchado una ovación tras aviso, y en su tercero saludó otra ovación después de un trasteo voluntarioso. Peláez, por su parte, dejó constancia de su entrega. Cortó una oreja al primero de su lote, fue ovacionado tras aviso en el cuarto y cortó otra oreja al sexto, con pasajes de buen gusto y una actitud siempre firme ante las exigencias de su lote. Los novillos, procedentes de Rancho Seco (1º, 2º y 6º), Darío González (3º), El Grullo (4º) y El Vergel (5º), fueron justos de presentación y de juego variado. En el tercio de banderillas destacó el aspirante Brandon Hernández, que fue ovacionado. Al final del festejo, los dos novilleros compartieron la salida a hombros y recibieron el trofeo “Busto de Sergio Hernández”, en disputa. Más allá de los trofeos, la tarde fue un recordatorio de que el verdadero destino de estos jóvenes está en seguir caminando lejos, donde la exigencia los obligue a crecer. Porque si algo quedó claro en Tlaxcala, es que Ibarra y Peláez tienen clase, tienen arrojo y tienen destino. Que se vayan y no regresen, porque su regreso más valioso será aquel en el que vuelvan convertidos en matadores de toros plenos, forjados en el esfuerzo y reconocidos por su propio mérito. Galería
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