La tauromaquia en Colombia enfrenta uno de los momentos más decisivos de su historia tras la confirmación, por parte de la Corte Constitucional, de la Ley 2385 de 2024 —conocida como “No Más Olé”—, la cual prohíbe de forma total las corridas de toros, novilladas, rejoneo, becerradas y tientas a partir de 2027. El fallo, unánime y de obligatorio cumplimiento, con ponencia del magistrado Miguel Polo Polo Rosero, también incluye la prohibición de corralejas y coleo, cerrando cualquier posibilidad de continuidad jurídica de estas prácticas.
La decisión provocó un profundo impacto cultural y económico. Mientras organizaciones animalistas celebran lo que consideran una victoria histórica, los sectores taurinos advierten el inicio de un apagón definitivo de una tradición con más de 180 años de arraigo en ciudades como Bogotá, Cali y Manizales. Aficionados hablan de una “extinción anunciada” del toro bravo, aunque el discurso antitaurino domina actualmente la conversación digital con niveles de alcance y engagement sin precedentes .
Un rescate sin herramientas: simbolismos, debates y una batalla perdida
Los intentos por revertir la prohibición permanecen en el terreno simbólico, sin posibilidades reales de éxito legislativo. Fundaciones, gremios ganaderos y aficionados continúan defendiendo el valor cultural y económico de la tauromaquia, que sostendría cerca de 200,000 empleos directos e indirectos; sin embargo, no existen vías jurídicas activas para modificar la ley. El Congreso rechazó en 2024 todas las iniciativas orientadas a proteger la tauromaquia como patrimonio cultural, mientras que el presidente Gustavo Petro, firmante de la norma, sostiene la prohibición como una transformación cultural necesaria.
Incluso acontecimientos internacionales, como la salida a hombros de César Rincón en Madrid el 12 de octubre de 2025, han sido interpretados por aficionados colombianos como gestos de resistencia global. No obstante, especialistas consultados por distintos medios coinciden en que un rescate de la tauromaquia en Colombia resulta prácticamente imposible bajo el marco legal actual.
Cali y Manizales: últimos bastiones de una tradición que agota el tiempo
Durante el periodo de transición, Cali y Manizales se mantienen como referentes emocionales y simbólicos para la afición taurina. En Cali, la Feria Taurina 2025, presentada el 24 de octubre por la empresa Toro Vive, ha reforzado su papel como epicentro del toreo nacional. El regreso de César Rincón, la presencia de figuras internacionales y el protagonismo de ganaderías locales como Las Ventas del Espíritu Santo devolvieron a la ciudad parte del entusiasmo perdido, con llenos en los tendidos y un impacto económico millonario respaldado por el turismo y el sector ganadero. Cali se perfila así como el último gran puerto de contratación para toreros colombianos de cara a la desaparición de la actividad en 2027.
Manizales, por su parte, mantiene la entereza y la tradición como estandarte. La 71ª Temporada Taurina de Manizales, programada del 5 al 11 de enero de 2026 bajo el lema “Ciudad de las Puertas Abiertas”, contempla cinco corridas con toreros colombianos y extranjeros, así como ganaderías emblemáticas. La vigencia de la Feria Toros & Ciudad, que en octubre celebró 176 años de historia, demuestra la capacidad organizativa de Cormanizales para sostener un proyecto cultural que aún convoca a jóvenes y familias. No obstante, pese a los llenos históricos registrados en 2024 y 2025, la continuidad de ambas plazas más allá de 2027 resulta inviable y apunta a una reconversión hacia escenarios culturales o de conciertos, como ya ocurrió en Bogotá.
El campo bravo: entre la extinción y la reconversión forzada
Las ganaderías bravas se perfilan como uno de los sectores más golpeados por la prohibición. Expertos advierten que hasta el 70% podría cerrar entre 2027 y 2029. En encastes como Contreras, una línea genética colombiana, algunos hierros ya redujeron sus hatos de 200 a entre 80 y 100 vientres debido a la falta de lidias, pasando de 50 toros lidiados al año a apenas 20 o 30. Las alternativas que analizan los ganaderos incluyen la diversificación hacia ganado cebú o lechero, el ecoturismo rural y la exportación de toros a países como México o Perú; sin embargo, ninguna de estas opciones compensa plenamente la caída económica. Mientras activistas celebran el declive del campo bravo, el sector taurino advierte la desaparición de una especie criada exclusivamente para la lidia.
Toreros colombianos: un futuro sin ruedo en su propio país
Los toreros nacionales enfrentan un panorama especialmente adverso. Figuras emergentes como Sebastián Caqueza o Juan Camilo Alzate anticipan un escenario sin oportunidades dentro del país. Caqueza, en entrevistas recientes, expresó su resistencia a aceptar que en pocos años no tendrá ruedo donde ejercer su profesión. La ausencia de circuitos locales, la crisis de la novillería y la fuerte competencia internacional —principalmente en México, España y Venezuela— convierten la salida al extranjero en un desafío que solo logra superar entre el 10% y el 20% de los profesionales. Aunque expertos recomiendan la formación en escuelas taurinas de México o España, la falta de apoyo estatal y de un proyecto nacional augura un escenario de diáspora y desarticulación profesional:
El punto de no retorno
Colombia avanza hacia un apagón taurino total. A partir de 2027, ninguna plaza municipal podrá organizar ni patrocinar festejos, las ganaderías deberán iniciar procesos de reconversión obligatoria y toreros, veterinarios, cuadrillas, mozos y artesanos perderán su mercado laboral natural. El gobierno deberá responder con programas de transición laboral, como el agroturismo o nuevas cadenas ganaderas, aunque los gremios rurales dudan de su efectividad. Mientras los sectores taurinos temen un vacío cultural irreversible, los movimientos animalistas celebran lo que consideran un triunfo histórico. Con un marco legal irrevocable y expectativas de rescate prácticamente nulas, la tauromaquia en Colombia se encamina a su final definitivo en un país dividido entre tradición y bienestar animal















