titansports

QUERER, QUERER Y QUERER

En tiempos de crisis, querer ser torero parece un acto de rebeldía, especialmente para los más jóvenes, cuyos sueños se ven amenazados por su propia generación. Una generación donde ser libre ya no es bien visto y donde el esfuerzo, la lucha y el sufrimiento para alcanzar una meta se consideran casi actos heroicos… pero inconcebibles en estos tiempos.

La novillada sin picadores celebrada ayer en la Plaza de Toros Jorge “El Ranchero” Aguilar, en la capital de Tlaxcala, reunió a cuatro jóvenes aspirantes que enfrentaron cuatro astados de las ganaderías Zacatepec y Las Huertas. Allí, se toparon con la cruda realidad del ruedo. Porque, si bien se necesita valor para enfundarse un traje de luces y hacer el paseíllo, el momento más determinante es aquel en el que uno debe probarse a sí mismo si realmente quiere ser torero.

Es cierto que hoy existen pocas oportunidades para los chavales. También es cierto que los tiempos han cambiado y que muchos deben anteponer los estudios porque “el mundo es cada vez más difícil”. Sin embargo, el hambre y la sed de triunfo deberían ser el motor de un corazón que se aferra a un sueño tan exigente como el toreo.

No pongo en duda la historia ni la decisión de Paolo Pedroza, Jesús García, César Reyes y Raúl Ibarra de abrazar esta vocación. Pero es necesario más que pasión: la formación, tanto física como mental, es indispensable, y la guía de profesionales, esencial. Más que desearles suerte, les deseo fortaleza para recorrer este camino largo y sinuoso, con la esperanza de que puedan convertirse en los matadores mexicanos del futuro. Un futuro incierto, sí, pero en el que ellos representan una chispa de esperanza.

De los ejemplares, los dos astados de Las Huertas lidiados en segundo y tercer lugar ofrecieron buen juego, con fuerza y fijeza. Los de Zacatepec fueron distintos: el que abrió plaza mostró clase en la embestida y fue premiado con palmas en el arrastre; el que cerró, con poca fuerza y una marcada tendencia a refugiarse en tablas, puso en aprietos a un joven Raúl Ibarra.

Con un cuarto de entrada en los tendidos, el público se mostró paciente con los novilleros. Paolo Pedroza escuchó palmas tras dos avisos. Jesús García —quien dejó gratas sensaciones con tandas templadas y de calidad— dio vuelta al ruedo tras un aviso. César Reyes cortó la única oreja del festejo, mientras que Raúl Ibarra fue ovacionado.

Habrá que seguirles la pista, exigirles de a poco, pero también es urgente abrir más espacios para ellos, si realmente queremos que la afición renazca entre las nuevas generaciones.

Galería

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *