El año 2025 quedará registrado como un periodo de contrastes para la tauromaquia en México. Mientras plazas históricas y marcos normativos estatales configuran un panorama de pérdida y restricción, otros cosos y ferias han reforzado su papel cultural y económico. Entre la temporada de Aniversario de la Plaza México, la oleada de prohibiciones, las demoliciones anunciadas y la intensa actividad en plazas como Guadalajara, Monterrey, Aguascalientes y Tlaxcala, la fiesta brava transita entre la defensa identitaria y una transformación forzada por la política pública y la agenda urbana.
La temporada: continuidad en el epicentro y cifras del primer semestre
La temporada taurina nacional mostró signos de reactivación durante 2025. En el primer semestre se registraron, según reportes especializados, 128 corridas de toros, 56 corridas mixtas, 20 corridas de rejones y 20 novilladas. Este volumen explica por qué la Plaza México —que vivió su ciclo de Aniversario durante el año— continúa siendo un punto clave para el cierre de actividades relevantes dentro del calendario taurino nacional.
Prohibiciones: Michoacán y la presión legislativa
En 2025 el mapa legal de la tauromaquia cambió de forma significativa. El Congreso de Michoacán aprobó la prohibición de corridas de toros, encierros y novilladas, convirtiéndose en uno más de los estados que restringen la actividad. Esta decisión obliga a replantear circuitos, contratos y la planificación empresarial y ganadera. La votación, acompañada de manifestaciones en el exterior del recinto legislativo, reflejó la polarización nacional que existe en torno a esta práctica.
Demoliciones: tres plazas que simbolizan el corto plazo
A lo largo de 2025 se anunciaron o iniciaron procesos que implican la pérdida física de espacios taurinos. La Florecita (Ciudad de México), El Relicario (Puebla) y la plaza “Armillita” o Fermín Espinosa (Saltillo) aparecen citadas en diversos reportes y crónicas como casos emblemáticos de demoliciones o sustitución por proyectos urbanos y multifuncionales. Más allá de las obras, estas decisiones representan determinaciones políticas y urbanísticas que resignifican territorios y generan un sentimiento de abandono entre los aficionados.
Fortalezas regionales: Guadalajara, Monterrey, Aguascalientes y Tlaxcala
Mientras algunos recintos se reducen o desaparecen, varios polos regionales consolidaron su actividad y defendieron la dimensión cultural de la fiesta. Guadalajara, a través de la Plaza Nuevo Progreso, mantuvo su Temporada Grande 2025 con carteles que aseguran flujo de público y relevancia artística. Monterrey, desde la Monumental Lorenzo Garza, programó ciclos de cierre de temporada con carteles de alto perfil, reafirmando su papel como plaza fuerte del norte del país.
Aguascalientes, con la Feria Nacional de San Marcos, volvió a posicionarse como un emporio taurino. Organizadores y reportes locales estimaron más de 90,000 asistentes al serial taurino, y algunas coberturas mencionan hasta 115,000 en cifras agregadas, confirmando su impacto cultural y económico regional. Tlaxcala, por su parte, continuó programando corridas y novilladas dentro de su feria, reforzando iniciativas locales que presentan la tauromaquia como parte de la identidad ferial. Además, a lo largo del año se registraron actividades culturales y festejos taurinos en distintos puntos de su territorio.
Estos núcleos han funcionado como verdaderos bastiones, donde la actividad no solo se mantiene, sino que se articula con la promoción cultural, festivales y carteles capaces de atraer turismo interior.
Dinero y variables económicas: datos crudos
La dimensión económica ocupa un lugar central dentro del debate público. Diversas estimaciones sectoriales y reportes periodísticos señalan una derrama anual cercana a los 9,000 millones de pesos generada por la fiesta brava en México, considerando empleo, turismo, servicios y taquilla. A nivel de evento, distintos análisis sitúan la recaudación por boletaje en un rango aproximado de entre 1.5 y 3.5 millones de pesos, con variaciones según aforo, cartel y plaza. Algunas fuentes amplían este rango hasta los 5 millones de pesos en eventos de alto perfil. Estas cifras ayudan a entender por qué empresarios y autoridades observan la tauromaquia también desde una óptica económica.
Es importante señalar que estas cifras dependen de la metodología empleada por cada fuente y de si se consideran o no derramas indirectas como hospedaje, alimentación y transporte.
La lucha de los aficionados y la movilización civil
Durante 2025, la defensa de la tauromaquia fue visible en distintos frentes. Se registraron manifestaciones en defensa de plazas amenazadas, pronunciamientos de círculos taurinos y campañas digitales orientadas a frenar prohibiciones o demoliciones. De manera paralela, grupos animalistas y una agenda pública cada vez más enfocada en el bienestar animal intensificaron la presión política y legislativa. El resultado ha sido un ciclo de confrontación que redefine la presencia pública de la fiesta, que deja de ser únicamente una cuestión de afición para convertirse en un tema de normativa, imagen urbana y políticas culturales.
¿Qué esperar en 2026?
De cara a 2026, se pueden identificar al menos cuatro tendencias plausibles. La primera es una mayor concentración geográfica de la oferta, ya que, si continúan las demoliciones y prohibiciones, la actividad tenderá a concentrarse en plazas y estados con apoyo institucional, como Aguascalientes, Guadalajara, Monterrey, Tlaxcala y la propia Ciudad de México bajo formatos reformulados.
La segunda tendencia es la presión por formatos “sin violencia” o reformados. Iniciativas políticas que proponen corridas sin muerte o con mayores limitaciones seguirán impulsándose como intentos de conciliación entre tradición y bienestar animal. Su viabilidad dependerá del consenso con toreros, ganaderos y empresarios.
En tercer lugar, se observa una redefinición urbana, con plazas sustituidas por recintos multifuncionales. Los gobiernos locales que optan por proyectos de reordenamiento urbano —foros, centros culturales o palenques— modificarán el mapa de recintos disponibles para espectáculos tradicionales. Finalmente, se anticipa una mayor politización del tema y un riesgo económico creciente, ya que la incertidumbre legal y la pérdida de plazas presionarán los ingresos del sector y obligarán a explorar nuevas fórmulas de supervivencia comercial.
Entre patrimonio, economía y transformación
El año 2025 se perfila como un periodo de decisiones que tensionan memoria, economía y urbanismo. Para la afición, la pérdida física de plazas y las prohibiciones representan heridas que afectan no solo la agenda de festejos, sino la continuidad de una cadena productiva y cultural. Para el sector, el desafío es doble: demostrar viabilidad económica y, al mismo tiempo, dialogar con una nueva sensibilidad pública. Si la tauromaquia aspira a transitar hacia 2026 con mayor estabilidad, deberá negociar su presencia en la esfera pública no solo con argumentos de identidad y empleo, sino también con propuestas que atiendan la agenda de bienestar animal y el ritmo de transformación urbana, sin perder su esencia.


















